HISTORIA DE ALAGÓN

A lo largo de la Edad Media van a convivir o coexistir dentro de su recinto murado las tres culturas, las comunidades judía musulmana y cristiana; cada una con sus especiales características, formas de vida e idiosincrasia propia. Durante la época medieval, en el municipio se van a suceder distintos acontecimientos importantes y notables como son el enlace matrimonial o las bodas del rey Pedro IV el Ceremonioso con su primera esposa doña María de Navarra y la celebración de Cortes del Reino de Aragón en la época de los reyes Alfonso III y Jaime II. En el año 1239 se recoge en la historia la muerte de don Artal III de Alagón en la villa alicantina de Sax cuando fue a conquistarla a los musulmanes.

A partir del siglo XVI, el casco urbano se extiende en torno a la calle Mayor y Plaza de España englobando barrios pre-existentes como el de San Juan. En el siglo XVIII los jesuitas edifican un colegio y una magnífica iglesia. De gran importancia, sobre todo, para la agricultura fue la construcción del Canal Imperial de Aragón a finales del siglo XVIII. La guerra de la Independencia también dejó huella en Alagón y aquí estuvo el general Palafox combatiendo a las tropas napoleónicas. La instalación en 1900 de la Fábrica Azucarera dará un enorme impulso económico y social a la población, construyéndose la Plaza de Toros en el año1912. En las últimas décadas del siglo XX, Alagón va a conocer de nuevo período de expansión económica y social, dejándose sentir, de manera especial, la instalación en fábrica Opel España en la vecina localidad de Figueruelas.

En la actualidad, Alagón camina con paso firme y decidido hacia el futuro.

Texto: Pilar Pérez Viñuales

FIGURAS ILUSTRES

Santiago Pelegrín, Miguel Arnaudas Larrodé, Pascual Sayos Cantín

Figuras Ilustres

Breve historia del pintor Santiago Pelegrín, el musicólogo Miguel Arnaudas Larrodém y don Pacual Sayos Cantín.

El Pintor SANTIAGO PELEGRÍN

Santiago Pelegrín Martínez nació en Alagón el día 23 de Mayo de 1885. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza y en 1908 opositó, junto con otros pintores aragoneses, a la plaza que convocaba la Diputación Provincial de Zaragoza para el pensionado de Italia. En 1910 marchó a Madrid y allí se casó con María Sansebastián Zuloaga.

Pelegrín realizó diferentes exposiciones individuales y colectivas y concurrió singularmente a las nacionales, donde se presentó por primera vez en 1915. Como ejeplo de lagunas exposiciones podemos citar de 1926 en Zaragoza junto a Berdejo, la de 1936 en la exposición organizada por el grupo de artistas aragoneses en Madrid, o la de ese mismo año en París. Fue fundador del l»Salón de Independientes» y formó parte de »Artistas Ibéricos» y de todos los grupos vanguardistas. No en vano Santiago Pelegrín fue entonces en España el primero de los pintores cubistas.

De este gran pintor escribe don Federico Torralba:

»… El arte de Pelegrín es de un vigor considerable y tiene un interés de documentor ortístico… Su técnica es la que corresponde también al tipo habitual de las obras cubistas, sobre todo de aquellas que preferían en el empaste grueso aun cuando se ofreciesesn en extensas superficies de color… En la exposición de París »LÁrt Espagnol Contemporain» presentada en Pares en la primavera de 1936, Pelegrin expondría dos obras; el hecho de que figure en esta exposición que intentaba ser el exponenete de todo el arte más importante de la España del momento, indicaba la profunda consideración que a todos, incluidos los organizadores franceses y españoles, merecia el arte de nuestro pintor…»

Actualmente la Escuela Municipal de Artes Plásticas lleva su nombre.

El Musicólogo MIGUEL ARNAUDAS LARRODÉ

Miguel Arnaudas Larrodé nació en Alagón el 29 de noviembre de 1869. Era hijo de un guardia civil allí destinado. A los ocho años ingresó en el colegio de Infantes del Pilar y en él comenzó su riquísima carrera musical. En 1896 ganó la plaza de maestro de capilla de la catedral de la Seo de Zaragoza. De este acontecimietno recogemos el acto que se celebró en las fiestas de septiembre en Alagón ese mismo año ya que el día 9 don Miguel Arnaudas celebró una misa en la ermita del Castillo que había ofrecido por su nombramiento. En otras fiestas 1916, el Ayuntamiento de Alagón hizo entrega a don miguel Arnaudas Larrodé del título de hijo predilecto de la villa y se descubrió una placa en la calle que lleva su nombre.

La labor docente de don Miguel Arnaudas fue amplísima y compuso desde libros para la enseñanza del solfeo y la música hasta manuales para la educación musical de maestros y niños, así como gran número de motetes, villancicos, himnos … Pero quizás lo que más destaque del maestro Arnaudas fue la recolección de motivos folklóricos y populares de Teruel y su provincia, todo ello recogido en el célebre Cancionero popular de la provincia de Teruel.

El maestro Arnaudas murió en Zaragoza el 5 de febrero de 1936. En la actualidad el Instituto de Música lleva su nombre.

DON PASCUAL SAYOS CANTÍN

Aunque nació en zaragoza, cuando contaba tan solo con un año de edad vino a vivir con sus padres a Alagón, aquí pasó su niñez y mocedad y siempre manifestó por nuestra villa que fue la suya.

Fundador del Centro Aragonés en Barcelona, cuya inauguración tuvo lugar el día 8 de septiembre de 1916 (festividad de Alagón), Pascual Sayos Cantín siempre destacó como un gran aragonés amante de su tierra.

En el año 1934 y dentro de las fiestas mayores, fue nombrado hijo predilecto de la villa y se descubrió una preciosa placa en la plaza que popularmente se denomina »El Paradero».

EL SALMÓN DE ALAGON

Leyenda del Salmón de Alagón

¡Es más caro que el Salmón de Alagón!

En 1842 aparecía en el «Semanario Pintoresco Español» un artículo de costrumbre escrito por vicente de la Fuente con el título «El Salmón de Alagón».

Existen dos versiones muy difundidas. Ambas buscan deliberadamente la conexión con la figura real.

Así, una nos habla como los alagoneros asaltan carros llenos de salmón que iban destinados a la cena del Rey que estaba afincado en las afueras de Zaragoza.

Otra, no menos conocida, cuenta al Rey presente en Alagón y dispuesto a comerse las bandejas de salmón que le van preparando; salmón que no llegará a probar pues el ingenio alagonés salva al salmón del delicado estómago real y lo lleva al hambriento estómago alagonero.

Otras menos conocidas, nos hablan del barco que cargado de salmón embarranca en el Ebro y es asaltado por el pueblo de Alagón. O aquélla que nos habla de Alagón como centro del despieze del salmón que llega de las aguas altas del Ebro.

En todas las versiones encontramos constantes comunes: el salmón, el hambre alagónes que lleva a tomar de una forma y otra el salmón ajeno, y el resultado de todo ello: el impuesto censal que ha de pagarse; y que hoy aún circula la idea de que hasta hace no mucho seguía pagando dicho impuesto.

Siguen a estas líneas de Vicente de la Fuente:

«La villa de Alagón está situada a los 15 grados y 40 minutos de longitud y 41 con 53 de latitud, según afirma Espinat, pues yo no la he medido. Es un pueblo de consideración y nombradía, no solamente por su mucho vecindario, sino aún más por la hermosura y fetilidad de su terreno, situado entre el canal, el Jalón y el Ebro, y próximo a la confluencia de estos dos últimos.

Además de estas cualidades, que podemos llamar esenciales e intrínsicas, hay pueblo en Aragón que no adquiera algún tanto de esta celebridad accidental, por pagar cierto tributo al paladar. Pero aún es mucho más célebre el salmón de Alagón, y no porque se pesque allí, sino por una tradición, que es harto vulgar en todo Aragón, pero fuera de aquel país apenas es conocida.

Dícese, pues por tradición no interrumpida, que en una tarde del mes de marzo llegó a la villa de Alagón un arriero en dirección a Zargoza; pero siendo ya algo tarde, tuvo que detenerse en el mesón del pueblo. Añaden personas bien informadas, que el tal arriero era un hombrón de Calanda, de lo más bien plantado que había salido de la tierra baja. Había sido miñón, y como tal había perseguido el contrabando y los ladrones, hasta que tomó su baja. Entonces volvió la oración por pasiva, y se puso a contrabandista, con lo que había pescado arío revuelto, hasta que para su desgracia vino a caer en manos de sus sucesores. Habiendo logrado indultarse, recogió velas, trato de mudar de rumbo, y con los residuos de su pesada fortuna que había logrado salvar del naufragio, se puso a probar fortuna en el oficio de arriero.

A pesar de eso, jamás olvidó los resabios de su primer servicio: gustaba de llevar el sombrero a lo curro, fumaba brasil, bebía puro y de largo, hablaba a lo matón, poco y detenidamente; echaba un taco entre cada dos palabras y por menos de un soplo era capaz de armar una quimera, hasta con su sombra.

Tal era el arrierito que se echaron a la cara el alcalde y otras notabilidades de Alagón, que estaban paseando a las afueras del pueblo un martes de Semana Santa. Como en aquel tiempo no había periódicos, y el ramo de correos no estaba muy atendido, no se conocía aún la plaga designada con el título Político-Manía, la aparición de un viajero, ora fuese arriero, ora peregrino, era más interesante que una gaceta extraordinaria. Rodeábanle los curiosos, se afanaban sobre sus preguntas. El viajero por su parte se esforzaba a mentir, y aunque no vivniese de luengas tierras, no por eso falsificaba el adagio, revolviendo el Mongol, con Astrakán, y refiriendo los sucesos de Utrera, aunque viniese el Bierzo.»